La eficiencia energética se ha convertido en una prioridad. Alcanzar el objetivo de realizar un consumo energético eficiente es una necesidad, una pieza clave para mantener nuestro bienestar y modo de vida de un modo sostenible.
Ser o no eficientes energéticamente tiene un doble impacto, a nivel ecológico y a nivel económico. Los recursos con los que se produce energía son limitados y, para conservarlos, es necesario realizar un consumo consciente y adecuado; cuidar el medio ambiente pasa por aplicar la eficiencia energética en todos los sectores económicos y también como consumidor.
Además, si bien es cierto que podemos comparar tarifas para encontrar la que más se ajuste a nuestras necesidades, para ahorrar en nuestra factura de la luz es absolutamente imprescindible hacer un uso energético lo más eficiente posible. La eficiencia energética no solo repercute en la salud del planeta, sino también en nuestro bolsillo.
A nivel particular, la eficiencia energética se plasma al realizar un consumo más adecuado, pero, sobre todo, se refiere a determinadas características de las edificaciones y los electrodomésticos que utilizamos. Estas características se miden y valoran para determinar cuál es su eficiencia energética.
Te explicamos qué es y cómo se calcula la eficiencia energética.
Qué es la eficiencia energética
La eficiencia energética es simplemente hacer un uso eficiente de la energía que utilizamos para obtener determinados servicios o productos. Es decir, se trata de optimizar el consumo de energía de manera que podamos disfrutar de un producto o servicio, como puede ser tener luz en casa, utilizando únicamente lo necesario, sin que haya desperdicio energético.
Esta cuestión, evitar el despilfarro energético, es de suma importancia, ya que se ha demostrado que ese ha sido un grave error que ha tenido y sigue teniendo consecuencias muy negativas para el medio ambiente como, por ejemplo, el cambio climático.
Existen distintas medidas para alcanzar un mayor grado de eficiencia energética, o lo que es lo mismo, de reducir nuestro consumo y utilizar únicamente lo que realmente necesitemos. Una manera de no consumir energía fósil, la que procede de recursos limitados, es optar por energías renovables, y también por sistemas o aparatos de bajo consumo. Por ejemplo, cambiar las bombillas tradicionales por unas que utilicen tecnología LED, de bajo consumo, puede suponer un ahorro energético de hasta un 80%.
Otra forma de mejorar la eficiencia energética es el consumo consciente, más responsable, en el que seamos activos y gastemos solo lo que realmente necesitamos.
Pero, además, sobre todo desde los últimos años, la preocupación por mejorar la eficiencia energética ha llevado a que esta se tenga muy en cuenta tanto en las edificaciones como en los electrodomésticos que utilizamos.
Según un informe de Red Eléctrica de España, las emisiones de gases de efecto invernadero para 2018 provendría en un 18% de la generación de electricidad, frente a un 20% de la industria y un 27% del transporte. Por lo tanto, teniendo en cuenta que supone casi el 20% de emisiones, mejorar la eficiencia energética para reducir el consumo eléctrico puede tener un impacto muy positivo en el medio ambiente.
Desde hace un tiempo, la Unión Europea ha impuesto la adjudicación de etiquetas de eficiencia energética para edificaciones y electrodomésticos. Teniendo en cuenta distintos factores, se calcula la eficiencia energética y se otorga una valoración para que el consumidor sepa si es eficiente o no.
Cómo se calcula la eficiencia energética
Para calcular la eficiencia energética se utilizan distintos baremos y sistemas, como la norma ISO 5001 o el sistema IPMVP (International Measurement and Verification Protocol), aunque estos se utilizan más bien para medir la eficiencia energética en sectores profesionales.
Los servicios y productos que deben mejorar su gasto energético son variados, por ello también lo es la manera en que se calcula la eficiencia energética.
En las construcciones, por ejemplo, se valora el tipo de aislamiento térmico de los revestimientos, la fuente energética que se utiliza, si cuenta con sistemas de ahorro o reutilización de energía, cómo son las ventanas (que es un elemento bastante crítico en cuanto a posibles fugas energéticas), etc. Se calcula la eficiencia energética de cada uno de estos elementos y luego se otorga una valoración general a la vivienda.
Del mismo modo, la eficiencia energética de los electrodomésticos se calcula de manera individual. Para ello se tiene en cuenta el consumo energético medio del producto, si tiene algún programa Eco o temporizadores para programar, de qué material está hecho, vida útil, etc.
Etiqueta de eficiencia energética
Las etiquetas de eficiencia energética son una guía para el consumidor, que puede saber con antelación cuál será el consumo de energía del producto y servicio. Esta información es muy valiosa, ya que puede que un producto sea más barato que otro, pero si es menos eficiente energéticamente, a medio y largo plazo, por su mayor consumo energético, saldrá mucho más caro.
En marzo de 2021, se realizaron algunos cambios en las etiquetas de eficiencia energética. Ahora, ya no se otorga de entrada la calificación A, la más alta, porque se entiende que siempre se puede mejorar el producto; se deja así un margen de mejora para que se aspire a fabricar productos cada vez más eficientes.
Además, junto con la calificación energética (G la más baja, A la más alta), se incluye un código QR con información detallada sobre el producto, el consumo anual de energía, y varios pictogramas que indican de manera gráfica y clara distintas características. Por ejemplo, en una lavadora, se indicaría su capacidad en litros, el ruido que hace, la temperatura a la que se puede lavar o si tiene programa Eco, entre otros.
Toda esta información nos ayuda a elegir mejor y, en consecuencia, aumentar la eficiencia energética de nuestro hogar.